“Era un ancho Archipiélago poblado / De innumerables islas deleitosas, cruzado por el uno i otro lado / Góndolas i paraguas presurosas: Marinero jamás desesperado /En medio de las olas fluctuosas /Con tanto gozo vió el vecino puerto / Como nosotros el camino abierto”. La Araucana, Canto XXXV. Fidelista de Lemuy[1] Desde que las guerras de secesión –“independencias” según historiografía oficial− extinguieron la materialidad de los reinos hispánicos en América, su herencia fragmentada en repúblicas liberales ha subsistido en torno a una competencia fratricida, promovida por extranjeros y guiada por élites deliberadamente refractarias de la cultura que, en los siglos […]